Más de alguna vez se habrá preguntado porqué el agua de piscina torna de color verdoso incluso habiendo añadido cloro. Es sencillo: El agua de la piscina se vuelve verde porque en ella crecen algas microscópicas que le dan ese color. Y crecen con mucha facilidad y velocidad. Para evitar eso a las piscinas se les añade cloro.
La incidencia que me he encontrado con más frecuencia, especialmente en piscinas domésticas y en zonas de predominio de aguas duras (como las que hay en Mallorca) es que la piscina, pese a añadirle cloro en alguna de sus variantes, no pierde la coloración verdosa o no adquiere la transparencia deseada.
La explicación es la siguiente:
La cloración es el procedimiento de desinfección de aguas más utilizado, dada lo sencillo que resulta de utilizar, el amplio espectro boicida y lo económico que resulta.
Al añadir cloro al agua, en alguna de sus diferentes formas más habituales, ya sea como hipoclorito sódico (lejía), tricloroisocianuratos (cloro en polvo o granulado), cloro gas o formación de cloro por hidrólisis salina, el cloro va a confluir en la misma forma química: el ácido hipocloroso (HOCl).
La clave está en que el ácido hipocloroso (HOCl) tiene un poder biocida mucho mayor que el ión hipoclorito, que se forma a medida que el pH sube, de modo que a un pH de 8,0, solo el 18% del cloro disuelto en el agua lo encontramos en la forma más activa como desinfectante. Este porcentaje baja a 6% a un pH de 8,5 y es despreciable a un pH de 9,0.
La conclusión es que, antes de añadir cloro, es crucial regular el pH, de modo que esté idealmente en torno a 7,2-7-6 y siempre por debajo de 8,0.
Por tanto no se trata únicamente de añadir cloro, sino de asegurarse antes de que el pH está a los valores ideales. De lo contrario estamos desperdiciando el producto desinfectante.
J.M.Berrio