El agua de consumo humano (ACH), denominada popularmente “agua potable”, tiene su origen principal en las aguas superficiales (lagos y ríos), las aguas subterráneas (pozos y galerías) y el agua de mar desalada. No se permite el uso de agua procedente de la depuración de aguas residuales para el consumo humano. Para acceder a la calificación de ACH, un agua debe cumplir en todos sus parámetros (químicos y microbiológicos) con unos límites establecidos por normativa, además de disponer de la correspondiente autorización de las autoridades sanitarias.
Si bien el ACH podría contener distintos contaminantes en función de su procedencia, lo habitual es que el principal riesgo provenga de la contaminación microbiológica (normalmente bacterias) que se encuentran en aguas contaminadas con materia orgánica (alimento para ellas) procedente de actividades humanas o del contacto con animales. No obstante, podrían aparecer otros contaminantes químicos procedentes de actividades humanas, industriales (p.e. metales pesados) o agrarias (p.e. nitratos y plaguicidas), que también se vigilan.
¿Qué tratamiento precisa el Agua de Consumo Humano?
Todo ACH debe contar con un tratamiento que asegure la presencia continua de un desinfectante residual que evite la proliferación de microorganismos patógenos. El tratamiento más habitual es la adición de hipoclorito sódico mediante un sistema automático. Es fundamental asegurarse de que el hipoclorito sódico utilizado esté autorizado para este uso, ya que comercialmente se vende con distintas calidades dependiendo del uso (piscinas, lejía, etc…) y no todos son aptos para el ACH.
La forma química útil del hipoclorito sódico en el agua es el denominado cloro libre residual (o cloro libre), que debe mantenerse en pequeñas concentraciones, en el rango de 0,2-1,0 mg/litro (equivalente a ppm -partes por millón-). Es la forma con mayor poder desinfectante.
Con el tiempo, el hipoclorito sódico en el agua se transforma en otros compuestos de cloro con menor poder desinfectante (cloro combinado residual) y se va perdiendo la forma útil (cloro libre residual). El llamado cloro total es una medida que incluye tanto al cloro libre residual como el cloro combinado residual, y se analiza periódicamente para evitar un nivel excesivo de compuestos de cloro en el agua.
Controles diarios
Diariamente se debe realizar un control del nivel de cloro libre en la red ACH. Esta medición diaria se debe realizar mediante fotómetro y por técnicos cualificados. Es necesario tomar al menos dos muestras diarias de cloro libre, una a la salida del depósito y otra en un punto terminal de red, que debería ir rotando. El objetivo de esta rotación es detectar zonas de la red con bajo nivel de cloro libre, normalmente debido a dos causas: puntos con poca circulación de agua y tramos donde las tuberías se calientan por proximidad a equipos que generen calor o por estar expuestas al sol.
Por otro lado, periódicamente un laboratorio externo debe realizar análisis del ACH de la instalación para verificar que todos los parámetros químicos y microbiológicos cumplen con la normativa sanitaria vigente.
Indicar que en España la normativa de referencia es el REAL DECRETO 140/2003, de 7 de febrero, por el que se establecen los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano.
Enlaces de interés:
http://www.msssi.gob.es/profesionales/saludPublica/saludAmbLaboral/calidadAguas/consumoHumano.htm
post by Gerardo Ávila
Delegado HS Consulting en Islas Canarias