¿Cuánto tiempo llevas comiendo carne de caballo?

El escándalo de la carne de caballo hizo saltar las alarmas el pasado 15 de enero. El detonante fue el anuncio de la Agencia de Seguridad Alimentaria Irlandesa (FSAI) de que había detectado carne de este animal en hamburguesas de vacuno.

A partir de ahí, y trazando hacia atrás el entramado de proveedores de diferente procedencia en que se halla la ya de por si compleja cadena alimentaria, el caso se extiende rápidamente como un reguero de pólvora a otros productos: desde las lasañas de Findus, los tortelini de Nestlé, los ravioli de Buittoni, los canelones de La Cocinera, a las albóndigas de IKEA, por dar algunos ejemplos de marcas de reconocido prestigio, que ahora acusan las pérdidas económicas por la retirada de estos productos del mercado, y se ven afectadas por la desconfianza de los consumidores.

En la industria alimentaria a gran escala, las cadenas son muy complejas y los diferentes ingredientes de un plato pueden tener procedencias muy diversas, pero no por ello pueden existir riesgos derivados de su consumo. En este caso, la carne de caballo no supone ningún riesgo para la salud, sino que la clave en el fraude está en el precio y en el etiquetado: la carne de caballo es 8 veces más barata que la de vacuno.

La detección se produce en este momento y no antes debido a la evolución de las determinaciones genéticas, que son altamente específicas, siendo sus posibilidades de error, muy bajas.

Sí supondría un problema de salud, en cambio, el hallazgo de trazas de algún aditivo químico en la carne como la fenilbutazona, un analgésico utilizado en caballos y perros, que puede afectar al equilibrio sanguíneo, ya que provoca anemia aplásica y un descenso de leucocitos.

La Unión Europea, que prohíbe que la fenilbutazona forme parte de la cadena alimentaria, pero no su utilización como medicamento, ha aprobado reforzar los controles de los productos cárnicos hasta averiguar dónde llega el fraude de la carne de caballo etiquetada como vacuno, acordando la financiación del 75% de pruebas para que todos los proveedores de estos productos cárnicos:

a)     Determinen en preparados con carne picada si esta contiene carne de caballo, por determinaciones de ADN.

b)     Descartar la presencia del químico fenilbutazona en la carne.

¿Se han parado a pensar cuanto tiempo llevamos comiendo carne de caballo sin saberlo? Es muy probable que podamos anotarlo en el listado de comidas exóticas que hemos probado.

J.M.Berrio